De Thoreau a Whitman, de Melville a Henry James, gairebé cap escriptor nord-americà no va mantenir la neutralitat en la Guerra de Secessió, que, juntament amb la conquesta de l?Oest, va conformar els actuals Estats Units d?Amèrica. Però es poden comptar amb els dits d?una mà els escriptors que van prendre les armes per defensar els seus ideals. Al Sud, Twain va formar part d?una tropa irregular confederada durant dues setmanes, per després allunyar-se del conflicte. Al Nord, per contra, Ambrose Bierce va participar en la guerra de manera activa i dilatada sota la bandera de la Unió.
L?escenari bèl·lic d?aquests relats, descrits amb l?efectivitat només a l?abast d?un periodista que ha estat a primera línia de foc com el mateix Bierce, emmarca tota una sèrie de conflictes personals derivats de la crueltat i la fatalitat d?un conflicte fratricida. No hi ha èpica ni heroïcitat, sinó batalles íntimes d?uns personatges llançats a la força destructiva de la tenebra. Tampoc no hi manca l?humor negre ni un toc de gènere fantàstic, tan propi de la ploma esmolada de l?autor com de la naturalesa delirant d?una guerra. Bierce ens mostra com des de la base de la violència es va constituir una nació.
Ambrose Bierce (1842-1914) va ser periodista, editorialista i escriptor nord-americà. Dotat d?un sentit de l?humor tan radical i corrosiu com clarivident i enginyós, és conegut sobretot pel seu Diccionari del diable, un hilarant recull de definicions i aforismes que ja formen part de la història de la literatura. Però no només: Bierce és un dels més grans contistes nord-americans de tots els temps, com demostren aquests relats que ara presentem, que formen part del volum Tales of Soldiers and Civilians, escrit vint-i-cinc anys després de la fi de la guerra. La influència de Bierce és de tal magnitud que ressona en autors tan dispars com H. P. Lovecraft o Kurt Vonnegut.
Diu la llegenda que, fins i tot després de ser afusellat contra un mur del cementiri de la vila de Sierra Mojada (Mèxic), el vell gringo reia. Se suposa que aquell home que volia fer la revolució al costat de Pancho Villa era Ambrose Bierce.

Ambrose Bierce, el inclasificable escritor y periodista norteamericano, se ganó con todo merecimiento el sobrenombre de «Bitter Bierce» como premio a la sarcástica e intensa exactitud con que manifestó su desprecio hacia la necedad humana. Su inteligencia lo abarcó todo; descreyó de todo, y lo devolvió todo convertido en una literatura algo más corrosiva que el vitriolo. Un día, a finales de 1913, harto de sus contemporáneos, enfermo y consumido por los azares de una vida marcada por el inconformismo y la independencia, cruza la frontera de México y desaparece misteriosamente...
En El Diccionario del Diablo, Ambrose Bierce afila sus armas para ofrecernos una burla total y despiadada del género humano, de sus beneméritas instituciones, de sus presupuestos lógicos, de sus ideas más conspicuas, de sus nimias creencias. Bierce, maestro del humor negro, se convierte en diabólico lexicógrafo a fin de provocar una rebelión contra las ideas recibidas, contra las ideas de los que reinan, contra las ideas que se establecen impunemente...

Cínic, àcid, irreverent, càustic, brillant, inflamador, hilarant, revelador, inimitable, corrosiu... Ambrose Bierce va escriure El diccionari del diable al llarg d'uns quaranta anys. De la A a la Z, amb definicions directes i precises, Bierce va dinamitant els fonaments de la societat (el govern, l'església, l'exèrcit, les convencions...) i de les persones (la família, la religió, l'amor, la raó...).
Res ni ningú no se salva: la mirada penetrant de Bierce és implacable amb tots els defectes i totes les febleses humanes. I fins i tot, amb el que sovint consideraríem lògic, establert, raonable o tradicional.
En aquesta antologia pensada per als lectors actuals, la intel·ligència analítica i l'humor negre d'Ambrose Bierce brillen en cada paraula definida per il·luminar el costat fosc de la humanitat.

Esta antología -a cargo de Juan Antonio Molina Foix- nos ofrece una cuidada selección de los relatos favoritos de Lovecraft, llevada a cabo a partir de sus textos teóricos sobre el género y de las referencias en su extensa correspondencia, presentándonos un panorama bastante completo y riguroso del horror en la literatura desde sus inicios en las postrimerías del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX, fecha tope impuesta por la desaparición de nuestro autor. El horror según Lovecraft abarca desde los inicios del moderno cuento de miedo –Maupassant, Bierce y Le Fanu– hasta los ocasionales cultivadores del género terrorífico: F. M. Crawford o Ch. P. Gilman. La selección incluye también a los maestros modernos del género, como Machen, Blackwood, M. R. James o Lord Dunsany; a autores que gozaron de la predilección del escritor, como el polifacético escritor y guionista alemán H. H. Ewers; el «raro» e infravalorado M. P. Shield, de vida tan extravagante y fabulosa como su casi desconocida obra; el refinado escritor inglés Walter de la Mare; o el también poeta y escultor Clark Ashton Smith, amigo personal de H. P. Lovecraft. El volumen se cierra con uno de los más significativos relatos del propio Lovecraft, lo que nos permite testimoniar su crucial aportación al género del terror, así como verificar su mayor o menor sometimiento a las reglas que él mismo marcó.
[Traducción: Juan Antonio Molina Foix, Aurora Nolla Fernández, Francisco Torres Oliver, José Luis López Muñoz].

Nacido en 1842 en un pueblo de Ohio, Ambrose Bierce participó de lleno, alistado en las filas de la Unión, en la Guerra Civil de Estados Unidos y después se dedicó al periodismo en la costa Oeste, especialmente en periódicos de la incipiente y bulliciosa ciudad de San Francisco. Poseedor de un carácter peculiar, ácido y desengañado de la naturaleza humana, en sus relatos encontramos desde el humor negro y vitriólico hasta una aproximación a lo fantástico que poco tiene que envidiar a Edgar Allan Poe, así como una especial sensibilidad para detectar las últimos resortes que guían la conducta del hombre. Su "Diccionario del Diablo" es uno de los los grandes libros satíricos de todos los tiempos. Entrado ya en los setenta años y poco antes de desaparecer en México en 1914, en plena Revolución, dejó escrito: «Ser un gringo en México... ¡Eso sí que es eutanasia!».

Bierce nació y se crió en la América profunda. Un padre estudioso de la Biblia, una madre temperamental y dominante y trece hermanos —todos de arraigada fe calvinista— le inculcaron un peculiar sentido de la familia y del amor filial. Él mismo definía así “parricidio” en su libro más conocido, El diccionario del diablo: “Golpe de gracia filial por el que uno se ve liberado de los irritantes tormentos de la paternidad”.
En El club de los parricidas, obra maestra del humor negro, Bierce condensa toda su capacidad para el sarcasmo y la mordacidad. Los cinco relatos que lo integran nos ofrecen un variado repertorio de procedimientos para acabar con nuestros progenitores, seguramente los mismos que a su autor le hubiera gustado emplear con los suyos. Además de brindarnos una serie de ideas que podrían sacarnos de un apuro o ayudarnos a hacer realidad nuestros más oscuros deseos, el tono desenfadado y, por momentos, insidiosamente cándido de los relatos nos provocará más de una sonrisa.

En 1680, el monasterio de Berchtesgaden en los Alpes bávaros fue el escenario del desgraciado amor entre un joven franciscano y la hija de un verdugo. Dos siglos más tarde, Ambrose Bierce interpretó los siniestros pormenores de la leyenda hasta convertirla en su única novela y en una de las cimas de la literatura gótica.
Las imágenes labradas por Santiago Caruso, uno de los artistas plásticos más destacados del presente, se abisman en esta historia de amor prohibido, donde la culpa y la destrucción son la sustancia de su tragedia.